11.08.2010
Agosto... Es agosto. Lo es en el calendario, únicamente. No me saben a agosto los días en sudadera, sin mar, sin atiborrarme de los mediodías en la playa, sin Oropesa, sin gofres ni horchata. Sin buscar terrazas de verano en Madrid, sin escabullirme de aquellas soporíferas mañanas de becaria para frecuentar la piscina del barrio del Pilar. Esto es, sin más, una prolongación de la primavera. Una primavera que se transformará en duro invierno, jodido invierno, por qué no decirlo, saltándose los días de sol. Sol. Sol. Sol... A veces hago que repito esta palabra como si de un ritual se tratara, para convocar unos rayos de calor. Pero no. Aquí, en Inglaterra, desde que llegamos el pasado 10 de mayo, los rituales no funcionan. Todo lo contrario. Me alegré más el día que me contrataron en Burger King que cuando me dieron la nota final del Master, o que cuando me confirmaron que era Licenciada, o que cuando... pfff qué más da. Ahora sólo maldigo cada día que me toca ir a trabajar, y el día de antes, y el día de después, y el anterior al de antes, y el siguiente al de después. Esta semana hemos "matado" las horas libres de las mañanas yendo al gimnasio. Sí sí, nos hemos vuelto sanas. Visto lo saludable de la no dieta británica, ahora somos casi vegetarianas. Como más fruta al día de la que comía antes en un mes. ¡¡Sin exagerar!! Ah claro, que no he contado que hemos recurrido a lo del gimnasio porque nos quedamos sin poder renovar las clases de inglés dos semanas más. We are full, dijeron. ¿Full? ¡¡¡Full los cojones!!! Yo estoy full de que me toreen, full de que la gente se crea que estamos aquí mejor que en Bora Bora, full de escuchar que parece que tenemos una flor en el culo por trabajar.... EN BURGER KING!! Estoy full de tener días rojos como los de Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes, full de ganas de preparar un viaje a Cadiz como a estas alturas el año pasado. Y entre full y full... me desestreso a base de pequeñas raciones de esos ibéricos que llegaron hace un par de días desde tierras españolas. Sí, todavía habrá quien piense que ¡cómo vivimos, que hasta nos da el presupuesto para comer jamón del bueno!