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31.03.2011
Ayer amaneció un día gris, de ésos que te quitan las ganas de todo. Sí, de ésos de pasar de ir por primera vez a tu clase favorita, de estar triste porque toca, ya no tanto por no haber motivos, de llevar paraguas just in case, nunca se sabe si caerán chuzos de punta, pero lo importante es protegerse, al igual que hoy el abrigo no me protege del viento, ni el sol lo hace de la debilidad injustificada, pero permanente. Porque hay visitas que se preparan con el ansia de sorprender a un sorprendido inocente, otras se planean hasta el más puro detalle; otras, apetecen por la novedad de conocer a alguien de quien tanto te han hablado, mientras otras que deberían haber llegado jamás cogieron aquel avión. Porque hay días en que la palabra lejos está más lejos que otras, en cambio otros días sientes la misma distancia tan cerca que apenas parece haber kilómetros entre tú y yo. Es el juego de quien se sabe no pertenece a ningún sitio, sino al mundo, un mundo con puntos clave hacia los que te gustaría partir debido a esas ganas locas de conocer cada rincón de este pequeño gran globo que tanto te han caracterizado siempre. Es el orgullo de sentirte ciudadana de este mundo infinito por un lado, caótico y finiquitado por otro, tan sin sentido a veces como la coherencia inexistente con la que hoy escribo. No es que sea éste un lugar para sincerarse, no se vayan a creer algunos que saben todo de mí, porque no saben nada, yo he elegido a los pocos que quiero que conozcan quién soy, de dónde vengo, y no adónde voy, porque nunca habrá un punto finito, pero sí hacia dónde quiero ir. Y ellos, y sólo ellos, habrán entendido cada palabra que he escrito, por qué la he escrito, de qué visitas hablo, qué es para mí el mundo, por qué ayer amaneció gris, si cogí paraguas, o qué me lleva a escribir la palabra debilidad en un día de sol.
31 de marzo de 2011, 19:09
De todo lo que has escrito en mucho tiempo, es la entrada con más sentido. Ya vendrán días mejores. La vida es más que estos días, afortunadamente :).
Besitos.